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Jueves, 07 Abril 2016

Con la militancia en el alma y el cuerpo

Rafael Bielsa es difícil de presentar, porque que no se sabe de él. Es abogado, poeta, político. Fue canciller de la presidencia de Néstor Kirchner y dos veces candidato a gobernador de la provincia, entre una larga lista de actividades públicas. En “Rafa” se ve un tipo culto, de una familia destacada y de un compromiso social que continúa intacto a pesar de los años y los dolores.
Estuvo detenido en La Calamita en junio de 1977. Es un sobreviviente de la masacre de la dictadura cívico– militar que arrasó el país. Fue partícipe de los juicios contra los crímenes de lesa humanidad que realizaron en Rosario. Es parte de una generación gigante que luchó por una sociedad solidaria e igualitaria.
En éste Urbano adelantamos la entrevista realizada para el nuevo libro de Hugo Cravero,” La Calamita, donde habitó el horror”, que será presentado a mitad de año

 

El Urbano - Dónde era tu militancia antes de ser secuestrado… desde dónde viene tu compromiso social…

El Urbano - Yo militaba en la Juventud Universitaria Peronista del Instituto de Música, donde cursaba, al igual que en la Facultad de Derecho. Pero quizás por mi grupo de amigos, todos militantes, mí lugar de encuadramiento fue la JUP del Instituto.
El compromiso resultó de una mezcla de factores: la radiante rebeldía –procedía de una familia profundamente antiperonista–, la proscripción de un peronismo con el que se identificaban los sectores más postergados, la aparición de la llamada “tendencia” o “peronismo de izquierda” o “socialismo nacional”, con los aportes teóricos de Rodolfo Puiggros, John Wlliams Cooke, etcétera… el prestigio de la vía armada de la mano de la experiencia cubana, acaso ilegal pero seguramente legítima, la influencia de la literatura y de la “música de protesta”, el hartazgo por los abusos de las expresiones vernáculas del imperialismo y del capitalismo. Era difícil sustraerse a esa marea, y los más sensibles y los más curiosos y los más comprometidos fueron los primeros en asumirla y casi todos los primeros en ser arrollados por ella.

El Urbano - Dónde fue tu secuestro…

Rafael Bielsa - A la mañana muy temprano, cuando iba a mi trabajo (los Tribunales Federales), a media cuadra antes de llegar, en el cantero central de Bv. Oroño esquina Rioja, a la vista de todo el mundo.
Me secuestraron durante el mes de junio de 1977, creo que en la segunda quincena… durante la primera quincena de julio de 1977 me dejaron delante de la comisaría de Parquefield, Rosario, con la consigna de que dejara pasar 15 minutos, me sacara la venda y la capucha y entrara manifestando que había sido "detenido". Eso se llamaba "blanquear" a un chupado. Si lo hubiera hecho, me habrían detenido, puesto a disposición del PEN, abierto una investigación judicial por infracción a la ley 20840 de seguridad nacional y me hubiera comido algunos años adentro. Por acudir a mi trabajo (los Tribunales Federales) y poner mi situación en conocimiento público, "sólo" me sometieron a un tribunal militar que consideró que los "delitos que yo había cometido" eran anteriores a la ley 20840, por lo que por el principio "de la ley penal más benigna" no correspondía encarcelarme. En cambio, en los propios Tribunales me pidieron a continuación la renuncia, con la amenaza de que, de lo contrario, me iban a abrir una investigación judicial…

El Urbano - Pudiste saber con quién estuviste detenido durante tu cautiverio.

Rafael Bielsa - Yo creí reconocer por la voz a tres compañeros: Horacio “el Tío” Retamar; Oscar Daniel “el Foca” Capella; y Carlos “Nacho” Laluf. Los tres operaban (eran miembros de la Conducción Regional) en el departamento donde yo vivía, calle San Lorenzo esquina Balcarce. En el curso del juicio se puso en duda que hubiera reconocido a Laluf, porque aparentemente en el juicio quedó demostrado que fue secuestrado con posterioridad a mi desaparición, pero por la voz (dado que siempre estuve encapuchado y además vendado) a mí me pareció que los tres estaban allí. En el juicio, hubo otras personas que me reconocieron a mí, como por ejemplo Adriana Quaranta y varias más.

El Urbano - Durante años creíste haber estado en la Quinta de Funes y luego en el Castillo. Cómo supiste al final que había estado en La Calamita.

Rafael Bielsa - Yo siempre estuve confinado en un sótano, con una cadena que me sujetaba a una escalera con baranda de metal. En la Quinta de Funes no había ni había habido nunca sótano; en el Castillo hubo sótano, y una cocina arriba, cosa que coincidía con lo que yo recordaba, pero había otros detalles que no concordaban. Finalmente, cuando visité la Calamita, tanto el sótano, como el lugar destinado a la tortura como el baño (los azulejos, la ventana ubicada enfrente del inodoro) me dieron la certeza de que allí había estado. Otras personas que estuvieron allí y me reconocieron, adicionalmente, contribuyeron a mi impresión. Fui escribiendo estas experiencias y publicándolas en diversos medios desde que creí haber estado en Funes hasta que finalmente reconocí la Calamita.
Sólo estuve en La Calamita. Con excepción de las sesiones de tortura, siempre en el sótano. Hubo un simulacro de fusilamiento al aire libre y una visita a un edificio de las inmediaciones, donde había gente detenida…

El Urbano - Cuántas veces estuviste en La Calamita, luego de tu detención ilegal... cómo fue ese "reencuentro".

Rafael Bielsa - Sólo estuve la vez del reconocimiento que ordenó el tribunal. Es una sensación muy perturbadora. No fue para mí ni sanadora, ni reparadora, ni puso nada en su lugar. En cambio, me parecía respirar el mismo aire de los compañeros que ya no estaban entre nosotros y a veces oír voces lejanas que no pertenecían a personas que estuvieran presentes. No volví nunca más.

El Urbano - Qué opinión tenés los juicios. Vos sos parte del Guerrieri II, cómo fue ese proceso.

Rafael Bielsa - Yo pedí declarar viendo a los ojos a quienes me habían secuestrado y torturado; para los miembros del Tribunal esta fue una inquietud que creyeron necesario desalentar, pero finalmente pude hacerlo así. Hablar y que sólo uno de los represores tuviera la valentía de sostenerme la mirada sí fue algo que sentí que me debía. Quien la sostuvo fue Amelong, el teniente “Daniel”.
También hubo episodios donde los condenados quisieron humillarme, al igual que sus abogados. Sin embargo, creo que para quien perdió a alguien muy querido en tales circunstancias, sólo la memoria, la verdad y la justicia reparan, en la mínima medida en que tan irreparable pérdida puede ser reparada.
Luego, la posibilidad de que esté más cerca el momento en el que -por ejemplo- Sabrina Gullino se reencuentre con su hermano mellizo justifica todo el dolor y la angustia que suponen haber pasado por esa instancia de recuperación del pasado.

El Urbano - Cómo ves el futuro luego de todo lo que está ocurriendo en el país con los juicios por crímenes de lesa humanidad.

Rafael Bielsa - Creo que los Derechos Humanos no son un episodio judicial ni reivindicativo, sino una cultura. Como tal, es difícil decir que ya forman parte adquirida o constitutiva de nuestra conciencia colectiva. Creo que hay que seguir luchando por profundizar este camino sin retroceder, garantizando los derechos para las víctimas y los jurídicos y constitucionales para los victimarios. Que no haya habido casos de justicia por mano propia habla muy bien de Argentina en tanto sociedad, pero esa voz que habla de una experiencia debe seguir buscando su entonación hasta volverse conciencia.