Domingo, 11 Noviembre 2012

Crecimiento y equidad en América latina

Es según un informe de la CEPAL. Los países de la región muestran un desarrollo dispar en la generación de empleo. Mirá cómo se ubican los distinos países

 

Un reciente informe de la Comisión Económica para América latina y el Caribe analiza la relación que existe entre el crecimiento económico y su correlación con la generación y distribución del empleo en la región. El documento elaborado por el politólogo y economista Jurguen Weller parte de la base de que la generación de empleo productivo es una condición necesaria para reducir la elevada desigualdad.

Sin embargo, advierte que “no existe una relación causal fuerte generalizada ni entre el crecimiento económico y la generación del empleo ni entre el aumento del empleo y mejoras en la estructura distributiva, las cuales dependen de las características de los nuevos empleos y el acceso de los diferentes grupos poblacionales a ellos”. Weller sostiene que para que el crecimiento económico y la creación de empleo genere una redistribución del ingreso es necesaria la aplicación de políticas activas en el mercado de trabajo como son la capacitación, el fomento del sindicalismo y la negociación colectiva, las políticas de salario mínimo y programas para fomentar el acceso al empleo productivo de grupos con problemas específicos.

Como ejemplo de que el crecimiento económico no es garantía suficiente para la generación de empleo, Weller compara lo que pasó al respecto en la región en los noventa y los primeros diez años de este siglo. Señala que aquella década estuvo enmarcada “en un contexto de modestas tasas de crecimiento económico medio” pero que fueron negativos para el empleo. En cambio, “el período de crecimiento relativamente elevado entre 2003 y 2008 tuvo un impacto favorable en los niveles de empleo y desempleo, tendencia que se frenó abruptamente en 2009 y se retomó en 2010 y 2011”.

Pero también observa que la correlación entre ambos procesos no se da de la misma manera en todos los países. En las economías más grandes de la región, como Argentina, Brasil y México “se registra una correlación positiva elevada entre los cambios de la tasa de ocupación y las tasas del crecimiento económico”. El mismo proceso se registra en Panamá, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. Pero en Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú y República Dominicana “la correlación es baja”, en tanto que en Bolivia y Honduras directamente es negativa. Políticas laborales. Weller propone dos mecanismos para reducir la desigualdad de ingresos desde el mercado laboral: la generación de empleo productivo y la reducción de las brechas para enfrentar las desigualdades. Por lo tanto, sostiene que “es indispensable combinar medidas que incidan en estos dos mecanismos”. Por empezar, indica que para que el crecimiento económico se dé en un entorno favorable para la mejora del ingreso, se requiere de políticas macroeconómicas que establezcan “un marco favorable para elevadas y sostenidas tasas de inversión que contribuya a contener la volatilidad del crecimiento, tan nociva para la distribución de los ingresos”. También entiende que las políticas de desarrollo productivo contribuyen “a cerrar las brechas de productividad entre los diferentes segmentos productivos y son condición indispensable para reducir y cerrar también las brechas en las condiciones laborales”. Por último, sostiene que las desigualdades en el mercado laboral están relacionadas con las desigualdades de los activos de los trabajadores (capital humano, social y cultural). Por lo tanto, considera que “una transformación en el mundo productivo requiere cada vez más el desarrollo de estrategias de aprendizaje de por vida”. Señala que muchas personas provenientes de un nivel socioeconómico modesto, “no pueden dedicarse a procesos de formación prolongados”.

Por lo tanto, un sistema de formación profesional y capacitación “ofrecería al trabajador la posibilidad de seguir formándose a lo largo de la vida laboral, en momentos que se ajustan a las necesidades y oportunidades de las personas”.

Otro tipo de desigualdad que es necesario contrarrestar es la intergeneracional. Por lo tanto, Weller señala que las políticas públicas deben apuntar a “mejorar el acceso de los jóvenes procedentes de hogares de bajos recursos a sistemas de educación y formación de calidad”. En ese sentido, propone “el desarrollo de una oferta de formación para técnicos no universitarios, para lo cual se requiere un enfoque sistémico”.Mecanismos de protección. Dos fenómenos que profundizan la desigualdad son el desempleo y el empleo con bajos ingresos. Por lo tanto, Weller plantea la puesta en marcha de políticas públicas que protejan el empleo como la implementación de salarios mínimos.

Con respecto a la protección del empleo entiende que debe haber “un equilibrio entre el aprovechamiento de los beneficios de la estabilidad (en términos de estímulos al cambio tecnológico, la capacitación, al aumento de la productividad, etc.) y mecanismos que facilitan la movilidad de los trabajadores para que puedan aprovechar oportunidades laborales”.

Acerca del salario mínimo, Weller sostiene que es “un instrumento que tiende a reducir la desigualdad salarial, al subir el piso de la estructura salarial formal y al fungir como señal, también, para los salarios del sector informal”.

Más allá de las políticas públicas que se pongan en marcha para que el crecimiento económico venga acompañado del aumento del empleo y de la distribución del ingreso, Weller recuerda que “la misma estructura distributiva tiene implicancias diferentes en situaciones de alta o baja movilidad sociales”. Recuerda que la región latinoamericana “no sólo es sumamente desigual”, sino que “históricamente, muestra una baja movilidad social, si bien con importantes diferencias entre los países”.
Concluye señalando que estas medidas contribuirían a avanzar en la situación social y la inserción laboral actuales y no sólo a la mejora de la situación de personas de bajos ingresos. Por lo tanto, tienden a mejorar la situación distributiva y a fomentar una mayor movilidad intergeneracional, sobre todo por medio de su impacto en la educación, “sin que ésta pueda ser el único mecanismos vigente al respecto”.