Por Fabio Primo, Coordinador del Observatorio de Educación y Ambiente (UNR). Docente de la Diplomatura en Educación y Pensamiento Ambiental Latinoamericano (Facultad de Humanidades y Artes UNR) Así dice una frase atribuida a Leon Tolstói, uno de los más célebres novelistas rusos. Esta reflexión hace referencia al vínculo de las personas con sus propias comunidades y las posibilidades generar hechos trascendentes a gran escala si somos capaces de empezar por nuestra casa, nuestros vecinos y sus alrededores. Hay algo de este espíritu en el proyecto de parque ambiental para la Av. San Martín, un espacio público natural destinado a alojar una veintena de especies florales y forestales nativas, potenciando sus interacciones con una multiplicidad de especies que hoy parecen perdidas en los paisajes urbanos. El proyecto surge de un pedido de vecinos y vecinas del barrio Los Pinos, a propósito de la posibilidad de perder sus espacios verdes ante la instalación del Banco Nación. Para atender esto, desde el gobierno de la Intendencia de Baigorria se le abrió las puertas a la Universidad Nacional de Rosario para la planificación conjunta de una propuesta que pueda satisfacer los deseos de la ciudadanía y la necesidad de preservar las islas de naturaleza que van sobreviviendo a la expansión de la mancha urbana. Sobre el proyecto, cabe destacar que el se vuelcan el cúmulo de experiencias sobre lo que ha sido la pérdida de biodiversidad en nuestras islas del Paraná como efecto de la quema indiscriminada, priorizando el resguardo de una fauna local muchas veces olvidada: nuestros insectos. Estos animales son claves en el proceso de polinización y propagación tanto de nuestras especies florales como de nuestros árboles nativos. El efecto esperado es que este espacio también se transforme en un refugio para aves, otro grupo animal que ha padecido los devastadores efectos de la deforestación. Las obras ya están en curso y entiendo que se fortalecerá con las acciones de forestación que nuestros vecinos más comprometidos llevan adelante, siendo además un escenario de aprendizaje, concientización y afectividad ambiental. Esta idea ha sido coordinada desde la Intendencia con el Ing. Guillermo Montero, dos veces Decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y actual Secretario General de la UNR por segundo mandato, quien lleva adelante también el actual Plan de Manejo de la UNR para la Isla de los Mástiles. Frente la crisis civilizatoria en curso resulta crucial no solo las acciones de preservación y diseño humano de los espacios verdes sino además llenar de vida cultural estos espacios. En muchos casos nuestras jóvenes generaciones escasamente conocen la riqueza y la abundancia de biodiversidad que es propia del enorme Humedal donde hemos instalado nuestras urbes. La posibilidad de contar con un espacio próximo en la ciudad para acercar a nuestros niños y jóvenes es parte fundamental de la tarea de protección natural que este tiempo de crisis nos exige. Pero no se puede defender lo que no se Ama ni Amar lo que no se conoce. Amor, Saber y Protección se conjugan en un solo proyecto que hoy cuenta con el apoyo mayoritario de los vecinos del barrio, siendo una experiencia replicable tantísimos otros espacios verdes de la ciudad. Tenemos que cuidar y crear espacios donde nuestros vecinos y vecinas puedan volver a maravillarse de la belleza natural, sensibilizar para luego concientizar. Si bien el proyecto es perfectible, es una muestra de la voluntad de nuestra universidad pública de poner a disposición los saberes que allí se producen para satisfacer las necesidades de nuestros pueblos. Un espacio que pueda albergar a las garzas chillonas que cruzan de las islas donde su hábitat les fue secuestrado, donde los colibríes puedan alimentarse de las especies florales que los atraen o beber en tiempos de sequía. Un ambiente de diseño humano para proteger y fomentar la vuelta de mariposas como las monarcas o espejitos, para que la propia acción natural culmine la obra y la sostenga. La comunidad Granadero Baigorria se encuentra hoy apoyando un proyecto inédito en la región y con todo el potencial para ser reproducido en tantísimas otras localidades, donde gobierno, universidad y vecinos se juntan para darle forma a nuevos mecanismos de protección de los espacios verdes, construir ciudades más resilientes en materia ambiental y formas jóvenes comprometidos con la defensa del medio ambiente. El espíritu del proyecto no solo dialoga con la frase de Tolstói sino con uno de los más preciados axiomas del pensamiento humanista y ambiental: actúa localmente, piensa planetariamente.