Martes, 11 Septiembre 2012

Tras las huellas de Sandino

El hijo de Carlos Fonseca Amador, quien fuera uno de los fundadores y precoz líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), aborda la historia y proyección de la ex organización guerrillera que hoy gobierna Nicaragua

 

Eduardo Valverde / La Capital - Enmarcado en el dulce acento centroamericano, pletórico en suaves cadencias, vierte su pensamiento haciendo gala de una sólida formación político-ideológica. A Carlos Fonseca Terán (1966) lo distingue un parecido notable con su padre, Carlos Fonseca Amador (1936-1976), uno de los fundadores y líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
De paso por Rosario, y en su carácter de secretario internacional adjunto del FSLN, Fonseca Terán delineó, en diálogo con Señales, la profunda influencia que ejerció en la organización guerrillera nicaragüense el legendario gladiador antiimperialista Augusto César Sandino, a quien el periodista argentino Gregorio Selser inmortalizó como el General de Hombres Libres.
"Con el FSLN se da la paradoja de haber logrado el poder por las armas y por los votos", dijo Fonseca Terán, al tiempo que afirmó que precisamente ese proceso insurreccional devenido luego electoral en el pequeño país de América Central puede ser considerado un "gran aporte al movimiento revolucionario mundial".

—¿Cuáles fueron los teóricos que influyeron en la formación de Fonseca Amador?

—Los teóricos clásicos del marxismo: Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin. También analizó mucho a Mao Tse Tung, y a la experiencia vietnamita, vinculada con la teorización de Vo Nguyen Giap sobre la "estrategia de guerra popular prolongada".

—La Revolución Cubana produjo una fuerte impronta en su pensamiento...

—"Somos la generación de la Revolución Cubana; la generación «fidelista»", dice en uno de sus escritos. En cuanto a la teoría revolucionaria, ponía mucha atención a los aportes del Che Guevara.

—También debemos considerar la gran influencia de Augusto César Sandino...

—Totalmente. El se enfrenta a las tropas norteamericanas porque sabe que son el principal obstáculo para su objetivo fundamental: la transformación revolucionaria de la sociedad. La obra escrita de Sandino es muy voluminosa, a pesar de las condiciones hostiles en que vivió. Fonseca Amador la estudió mucho y eso le permitió dar en el blanco desde el punto de vista de la doctrina política necesaria para la revolución nicaragüense. El referencia en la acción y el pensamiento de Sandino la identidad política de los revolucionarios nicaragüenses. Esto fue incluso objeto de un debate muy fuerte dentro del FSLN, porque cuando se fundó se llamaba Frente de Liberación Nacional (FLN), influido por la revolución argelina. Fonseca Amador, en minoría, promovía la idea de que se asumiera al sandinismo como identidad política.

—¿Qué hay detrás del nacionalismo revolucionario de Sandino?

—Una mixtura ecléctica de marxismo y anarquismo. El libro de Lenin El imperialismo, etapa superior del capitalismo fue determinante en la concepción revolucionaria anticapitalista de su ejército, sobre todo respecto de lo que definía como «doble explotación» de los obreros latinoamericanos: la que sufren a manos de los burgueses nacionales y la que reciben de las empresas concentradas transnacionales.

—Un socialismo libertario...

—Sí. En definitiva, tuvo influencias de cierto "comunismo racionalista", del anarcosindicalismo mexicano y de los marxistas latinoamericanos, fundamentalmente el salvadoreño Agustín Farabundo Martí, su secretario personal.

—La conformación del FSLN fue la resultante de un largo proceso. ¿Qué hechos jalonaron esa praxis?

—Hay dos hechos fundamentales que culminan con la fundación del FSLN, en 1961: el primero, el ajusticiamiento en 1956 de Anastasio Somoza García, fundador de la dinastía somocista y asesino de Sandino. Este acto político estimula a los sectores más avanzados que combaten a la dictadura.

—Oficia como catalizador de las fuerzas antidictatoriales...

—Exactamente. Y el otro hecho crucial es la Revolución Cubana, el detonante final. Sin embargo, ya existían en Nicaragua antes de 1959 algunos grupos guerrilleros importantes, que se fortalecieron tras la toma de La Habana. El FSLN fue la expresión más avanzada de todos ellos y a la vez su síntesis, ya con una clara definición marxista-leninista.

—¿En él coexistían fracciones internas?

—Sí, se perfilaron tres líneas a mediados de los '70. Esto se relaciona con la difícil comunicación que se establecía entre los combatientes en la clandestinidad. Según cada área de trabajo, se desarrollaba una determinada visión sobre la estrategia a seguir. Las tres miradas en cierto momento hicieron crisis y determinaron tres tendencias. Incluso esa división está en proceso todavía cuando muere Fonseca Amador, en noviembre de 1976. El precisamente estaba haciendo esfuerzos para unificar al FSLN. Lo asombroso es que el frente se recuperó de esa crisis y de la muerte de su principal dirigente, y toma el poder en 1979.

—¿Cómo ve hoy el proceso liderado por el FSLN, a través de la presidencia de Daniel Ortega?

—Tiene una gran proyección al futuro. Pese a la crisis que provocó la derrota electoral de 1990 (alimentada por la guerra con los «contras» y la conmoción en la izquierda mundial tras la caída del Muro de Berlín, en 1989), el nuestro es el único caso de un movimiento revolucionario que recupera el poder tras haberlo perdido. Que habiéndolo tomado por la vía insurreccional lo pierde en las urnas, un hecho inédito. Con el FSLN también se da la paradoja de haber logrado el poder por las armas y por los votos. Ese es nuestro gran aporte al movimiento revolucionario mundial.