Martes, 21 Marzo 2023 A 48 años del golpe de Estado

Informe La Calamita. Donde habitó el horror

En Eva Perón al 1500 funcionó a mediados de los 70’ el centro clandestino de detención de personas más grande del sur provincial. Crónica de una de las historias más oscuras de la ciudad

Escrita por Licenciado Hugo Cravero

Desde mediados de 1976 hasta mediados de 1978, como se desprende de los Juicios llevados adelante por la Justicia Federal en la ciudad de Rosario, y el relato de vecinos, en Eva Perón (ex Córdoba) 1530 de Granadero Baigorria, funcionó el centro clandestino de detención (CCD) de personas llamado "La Calamita". En el lugar, hoy ubicado en el barrio Industrial, pero hasta entrada la década del 80 estaba en medio de la ruralidad baigorriense, se estima que más de una centena de militantes populares fueron detenidos ilegalmente, en su mayoría aún hoy desaparecidos.

La Calamita integra la lista de los 340 CCD que funcionaron en el país durante la última dictadura cívico – militar. La misma estuvo bajo la órbita del Segundo Cuerpo del Ejército a cargo de Ramón Genaro Díaz Bessone, desde septiembre de 1975 hasta octubre del 76’, y por Leopoldo Fortunato Galtieri, después. La Calamita fue el centro clandestino de mayor tamaño del Gran Rosario, por su disposición geográfica y logística, su amplio sistema de comunicación y seguridad.

En 1984 la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), que había comenzado a funcionar a días de asumir el ex presidente Raúl Alfonsín, visitó Baigorria para iniciar las investigaciones de la finca "La Calamita". Fue la CONADEP la que aseveró los hechos en el lugar y lo sumó al informe con el cual se llevó adelante al año siguiente el histórico "Juicio a la Junta", que condenara a toda la cúpula militar, que ejerció el poder ejecutivo del país desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983, por crímenes de lesa humanidad.

El legajo 6692 de la CONADEP nombra a ‘la ‘quinta operacional de Granadero Baigorria’ denominada La Calamita en la desaparición de Héctor Pedro (El Tío) Retamar, militante del "Movimiento Villero" de extracción peronista, que fue secuestrado el 21 de mayo de 1977.

A su vez en 1986 el ex agente de inteligencia militar Gustavo Francisco Bueno, quien solía usar el alias de “Germán Benegas”, aportó mayores datos sobre el lugar. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) lo entrevistó por ese año, quien relató detalles de los centros clandestinos del Gran Rosario y de los grupos de tarea que integraban las patotas que secuestraban, torturaban y desaparecían militantes políticos y sociales.

En el 2009 Bueno fue detenido por Interpol en Brasil al tener captura internacional por sus delitos de lesa humanidad. Hasta Belem, capital del estado de Pará, fueron los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Rosario Nº1, en el marco de la Causa Guerrieri, en septiembre de ese año para que Gustavo Bueno ampliara su declaración realizada hacía más de 25 años atrás.
El juez del Tribunal Oral 1, Otmar Paulucci, y su secretario, Osvaldo Facciano; junto a la fiscal, Mabel Colalongo; Ana Oberlin y Virginia Blando, abogadas querellantes, y Germán Artola, defensor de los imputados de la causa, participaron de dicha declaración. Además se sumó en la ciudad de Belém la Cónsul Argentina, María Margarita Ahumada.

Bueno supo declarar ante el CELS: “Fui del Destacamento de Inteligencia del Ejército 121 de Rosario, con grado al retirarme en 1979 de IN 13, del cuadro C 3 del escalafón inteligencia. En el mes de octubre de 1979 tuve que dejar mi puesto de trabajo porque iba a ser ejecutado por orden del teniente coronel Oscar Pascual Guerrieri”.

Además de Gustavo Bueno otros agentes de inteligencia del Ejército pasaron por La Calamita. Entre los identificados y condenados por la justicia estuvieron:

Walter Pagano (alias "Sergio Paz", "Wenceslao" o "Sergio ll"). Condenado a prisión perpetua, por crímenes de lesa humanidad.

Juan Andrés Cabrera, alias “el Barba”. Condenado a 25 años de prisión. Uno de sus crímenes fue el del militante del Partido Comunista, responsable de la prensa partidaria y de la organización política, Oscar “Tito” Messiez

Rodolfo Isach, alias Agustín, ex comisario de la Policía de Santa Fe. El ex personal civil de inteligencia, fue procesado por el juez Federal Marcelo Bailaque por 46 casos de privación ilegal de la libertad agravada por mediar violencia y amenazas, otros 29 casos de secuestro seguidos de tormentos y 25 homicidios. Muchos de estos delitos fueron realizados en La Calamita. Estuvo prófugo hasta el 2012. Fue uno de los acusados en el Juicio Guerrieri III.

Carlos Isach. Hermano del ex comisario. Fue personal civil de inteligencia. En la actualidad sigue evadido de la Justicia. Según dijo Eduardo Costanzo en su declaración en el Juicio Guerrieri I, ‘Carlitos’, como era uno de sus apodos, fue uno de los que “cavó el pozo para enterrar a Remo, arrojaba cadáveres en la Bahía de Samborombón”.

Juan Daniel Amelong, alias "Teniente Daniel". Éste perverso personaje fue teniente del Ejército y abogado. Trabajó durante años como en los Tribunales rosarinos sin que nadie le objetara su título. Recién en el 2014 el Colegio de Abogados de Rosario lo expulsó de sus filas. Costanzo lo identificó como “uno de los principales integrantes de los vuelos de la muerte y de ser responsable del asesinato masivo de 15 militantes montoneros en febrero de 1978 en una quinta de su propiedad en La Ribera llamada “Intermedia”. Está condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.

Eduardo "Tucu" Constanzo. Éste estuvo dispuesto a confesar y denunciar a sus antiguos compañeros de tarea. Entre sus declaraciones dijo haber enterrado a un militante de apellido Remo en el campo mismo de La Calamita. Luego de una búsqueda exhaustiva del Equipo Argentino de Antropología Forenseno se pudo encontrar ningún resto humano en la finca. Fue condenado a prisión perpetua por sus crímenes.

Ariel Zenón Porra, alias “El Puma”. Otro integrante del grupo de tareas que desempeñaba en el Batallón 121 de Rosario. Fue condenado a 25 años de prisión. Falleció en el 2015.

Carlos Sfulcini, alias “Carlitos Bianchi”. Éste fue condenado, igual que Cabrera, por la desaparición del militante del Partido Comunista Oscar “Tito” Messiez a 25 años de prisión.

Rubén Alcuri, alias “Petizo Aguilar”. Fue parte de la patota que accionó en La Calamita. Está evadido de la justicia.

Francisco José Scilabra, alias “Pancho o Federico”. Era personal civil del Ejército. Aparece como imputado en los que será el Juicio Guerrieri III. Estuvo prófugo hasta noviembre de 2012, cuando fue detenido en Río Gallegos.

Ariel López, alias “Aldo” u “Oreja”. También está indicado por Costanzo como un integrante de los vuelos de la muerte. Fue condenado a cadena perpetua en el Juicio Guerrieri III.

Alberto Pelliza, alias “Armando” o “el Cráneo”. En las declaraciones de Costanzo dijo Pelliza “se ponía la chaquetilla blanca de médico, los inyectaba y le daba muerte a los detenidos”. Fue condenado a perpetua en el Juicio Guerrieri III.

Ricardo Rodríguez, alias “Patilla”. Costanzo declaró que: “En el año 1977 de La Calamita transportaron 27 detenidos en un camión Mercedes Benz 1114, que tenía el Ejército, que no era de su propiedad y los llevaron hasta un chalet de Monje, que yo ya había escuchado que lo usaba el Ejército, pero nunca fui, ni lo conozco, no sé en qué lugar está. Sé que es propiedad o lo alquila Ricardo Rodríguez, alias ‘Patilla’”.

Ruscoe, o Ricardo Ríos, también conocido por el alias de “Barbeta”.

Juan Carlos Bossi, alias “Julio”. El ex personal civil de Inteligencia del Ejército en Rosario, estuvo prófugo hasta marzo de 2016. Fue capturado por la Interpol en la ciudad colombiana de Medellín. También era llamado “el doctor”, porque torturaba en bata de médico. Costanzo dijo que: “Es el que se ponía una chaquetilla de médico e inyectaba a los detenidos para adormecerlos y luego les ponía las llamadas ‘corbatitas’”.
El Tucu agregó: “No pude saber que era esa ‘corbatita’ hasta que un día pude averiguar por un ex compañero de trabajo que me dijo que consistía en una goma de las mismas que usan para sacar sangre que le ponían en el cuello hasta que quedaban muertos. Bossi es también un integrante de los vuelos de la muerte”.

Sargento Mario Vera. Según Costanzo era el responsable directo de la patota, bajo las órdenes de Teniente Coronel Pascual Guerrieri, Teniente Coronel Fariña y de Daniel Amelong.

Jorge Pérez Blanco, alias “Doble V”. El genocida participó del secuestro de Irma Montenegro, “La Negra Celia”, junto a Gustavo Bueno. Luego la patota secuestra a diez integrantes más del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), entre ellos el Alberto Corazza.
Los detenidos fueron asesinados en La Calamita, según dichos de Costanzo. La noche del 22 de junio de 1977 se hizo un simulacro de enfrentamiento en la intersección de Las Verbenas y 9 de Julio en barrio San Fernando de Granadero Baigorria, a 15 cuadras de La Calamita. Las víctimas fueron previamente asesinadas en la finca.

Marino González, alias “Pepe”. Era capitán del Ejército. Fue uno de los acusados por crímenes de lesa humanidad en el Juicio Guerrieri III. Recibió perpetua.

Joaquín Tomas Gurrera, alias “Fernando”. Procesado por varios crímenes en La Calamita en el juicio Guerrieri III.

Teniente Coronel Jorge Alberto Fariña, alias “Sebastián”. Entre los tantos crímenes que cometió el genocida se recuerda el secuestro del matrimonio de ciegos integrado por Emilio Etelvino Vega y María Esther Ravello. Costanzo dijo que: “Fariña ordenó que tenían que ir a reventar la casa de la calle Santiago 2815, desde donde trajeron detenida a la ciega y a un chico de más o menos de diez años de edad. Al ciego lo hirieron de bala, lo llevaron a la asistencia pública donde tengo entendido que murió a los quince días. Al niño de diez años, Cabrera, alias el Barba, por pedido de la ciega lo entrega a una familia en las inmediaciones de 27 de febrero y Felipe Moré, donde había una estación de servicio”. Está condenado a perpetua en el Juicio Guerrieri I y Guerrieri III.

Coronel Pascual Guerrieri, alias “Jorge”. Era el segundo del destacamento 121 de Rosario. Era el responsable directo de La Calamita. Costanzo dijo que: “Guerrieri sabe perfectamente bien los nombres de las personas que arrojaron al mar. Una vez fue un viaje de 17 personas desde la Calamita, después fue otro viaje de 20 personas más, después las 14 de la Intermedia y las 3 que enterrara en la Isla”. Pesa en él varias condenas a cadena perpetua, en los juicios que, paradójicamente, llevan su apellido.

Antes del horror

La Calamita fue, antes de convertirse en el espacio de muerte y flagelo, un lugar que formó parte vital de aquel pequeño pueblo en formación.

Nacía el siglo XX y Paganini aún no era ni comuna. El 9 de abril de 1889 el gobernador José Gálvez le autorizaba al escribano Lisandro Paganini la traza del pueblo que llevaría su nombre hasta 1950, hasta ser re bautizado como Granadero Baigorria, pero hasta 1916 el paraje dependió administrativamente al pueblo de Alberdi, que después se sumaría a la ciudad de Rosario como un barrio más.

Los hijos de los pioneros del pueblo tenían la inquietud de separarse de Alberdi. Era engorroso realizar trámites o llevar adelante pedidos para las mejoras urbanas de Paganini. Además el cementerio El Redentor estaba en la urbe de Baigorria y era una gran fuente de ingresos para Alberdi. Luego de reiterados pedidos el diputado provincial de la Liga del Sur, Pedro Goyenechea, que según algunas fuentes lo ubican como vecino de Alberdi y otros como residente de Paganini, llevó a la Legislatura santafesina el pedido para la creación de la Comisión de Fomento comunal. El 23 de diciembre de 1915 el Congreso provincial votó la Ley dándole forma a la formal creación de la localidad, hoy Granadero Baigorria.

Ya en la década del 10’ un inmigrante español, llamado Juan Sala, era dueño de todo lo que hoy son los barrios Martín Fierro e Industrial en Baigorria. Desde la autopista hasta las vías del "Ferrocarril Mitre", y desde las calles Eva Perón y Silvestre Begnis, Sala sembraba árboles frutales, olivares, flores y vides en el amplio campo. El casco central de la finca era la actual construcción de La Calamita. Según relatos recolectados para éste informe en la parte más alta de La Calamita había una campana que anunciaba a los trabajadores, esparcidos por la campiña, que era la hora de almorzar o de salir de las tareas del día. Esa zona fue usada de mangrullo por los represores para tener una visión total del territorio.

Volviendo a la vida social del pueblo, mucho de lo que pasaba por entonces en Paganini tenía que ver con los campos del "Gallego" Sala. En la década del 30´ Sala tuvo el más alto auge político-empresarial. Sus campos eran altamente rentables. Con una población de 1500 habitantes Don Juan tenía empleados algo más de 150 trabajadores que pertenecían a la ciudad. A su vez fue jefe comunal en varias ocasiones elegido por el voto popular. Desde 1928 hasta 1934 Juan Sala se hizo cargo de la administración de la ciudad.

Al "Gallego" se lo puede recordar por varias obras que hoy se sostienen y fueron logros de sus gobiernos de aquella primitiva comuna. Algunas de sus obras fueron: la construcción de la Iglesia San Pedro, el inicio de la edificación de la Escuela 127, la recuperación de la plaza 9 de julio, la forestación de los barrios Centro y San Miguel y la realización del actual edificio comunal.

A mediados del 30 la familia Sala se ve obligada a vender parte de sus campos para que se realice la traza de las vías del Ferrocarril Belgrano. La “vía alta”, como se la conoce en Granadero Baigorria, cambió para siempre el paisaje llano de la zona oeste de la ciudad. El inmenso y longilíneo talud de tierra, por donde se montan vagones y locomotoras, dividió en dos a la zona rural y periurbana de Paganini. Lo que nunca se habrían imaginado, aquellos que planearon el circuito férreo, que ese muro iba ser un encubridor a la hora de acallar suplicios y sufrimiento, y, a su vez, sería una tapia para no ver lo que pasaba en los campos de La Calamita.

Alejado de la vida pública y política de la comarca, no sólo por el desguace de sus lotes, sino por la muerte de uno de sus hijos varones en un accidente automovilístico, Sala muere en silencio y en familia cerca de 1940.

A mediados de esa década, los deudos de Juan Sala terminan de vender parcelas de campo que les quedaba en la zona oriental de Paganini, desde la vía alta hasta la autopista, desde Eva Perón hasta Silvestre Begnis.

Es allí donde aparece Calamita. Ángelo Antonio La Calamita, algunos dicen napolitano otros siciliano, fue quien compra lo último por rematar, el ex casco de la estancia de Los Sala.

El italiano era inquieto, chiquito y cascarrabias. De gran mirada empresarial Ángelol se dedicó a la vitivinicultura, aprovechando las vides y las flores que había en los campos de Paganini.

Calamita creó una bebida dulce y muy rica. La llamó "Hidro miel Pontón". Según recuerdan viejos vecinos de la localidad, el licor era muy similar a lo que es la “Caña Legui”.

El hombre del sur italiano llenó de laburantes el campo y su nombre era muy nombrado en la región. El 27 de octubre de 1969 Calamita vendió a la firma Raúl Benzadón SACI, propietarios de la extinta tienda "La Buena Vista", toda su propiedad campestre.

El destino de lo que fuera el centro social y laboral del viejo Paganini fue errante. Depósito de cosas olvidadas, gallinero, establo, el simple hogar de puesteros, entre varios roles. Pero en 1975 Osvaldo "Tito" Rodenas y Natalio Wainstein, ambos dirigentes de Rosario Central, según denuncia el periodista y diputado provincial Carlos del Frade, alquilan el predio y se lo ceden al Segundo Cuerpo del Ejército. El contacto que éstos dirigentes tenían con el coronel Juvenal Pozzi, más las concesiones de ellos a la cúpula militar hizo muy probable que el equipo de arroyito lograra ser sede del mundial de 1978 a costa de sangre militante.